(O de cómo el autor dándoselas de Rilke, Sábato o Vargas Llosa responde un cariñoso E-Mail)
Yo sí creo que Abraham Valdelomar remató su famosa frase de
“El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión y el Jirón de la Unión es el Palais Concert” con el rimbombante
“Y el Palais Concert soy Yo”. Y por supuesto que me hubiera encantdo verlo entonces, escandalizando la ciudad con su monóculo, sus escarpines y su camisa amarilla, besando sus manos, diciendo eso de
«Beso estas manos, que han escrito cosas tan bellas». Es que nadie como él, como Val-del-Omar, el "Conde de Lemos", pudo encarnar a plenitud su idea de despertar a los “espíritus dormidos” jugando con la pacata sociedad limeña de esos tiempos interpretando el personaje que se creo a la medida: el del ‘dandy’ criollo, nuestro Wilde de acá. Ya decía él en su entrevista a José Ingenieros:
«Se desvive por hacernos “pose”, ignorando que yo puedo darle lecciones maestras de este mi difícil arte predilecto». Y es que "El Conde" puso en ello la enorme genialidad que le desbordaba ¡Y en tantos campos!. Decía Ribeyro en su ‘Prosa Apátrida’, ‘El Vuelo del poeta’ (parafraseando el título de uno de los cuentos más celebrados de Valdelomar: ’El vuelo de los cóndores’):
“Había escrito los cuentos más hermosos del Perú, algunos versos inmortales, novelas audacísimas para su tiempo, piezas de teatro, ensayos y crónicas de una gracia inimitable". Hoy, cuando el Palais Concert no es sino el segundo piso de una aburrida tienda de camisas en la esquina de Jirón de la Unión y Cuzco y todas las poses quedaron atrás, su obra, aunque dispersa, es de lo más glorioso de la literatura peruana. Abraham Valdelomar no sólo fue el primer escritor “profesional” del Perú, el primero en vivir sólo de su pluma, fue el gestor también de la llamada generación ‘Colónida’, por la revista que dirigió y que cambió para siempre la literatura peruana en sus únicos cuatro números. Y tuvo una vida activísima, jamás se escondió el Conde en su castillo: fue Billinghurista militante y marchante, activo agitador universitario, deslumbrante cronista parlamentario y director del Diario “El Peruano”. Y junto a su ‘Snobismo’ vivió paradójicamente su provincianismo como nadie y fue hijo predilecto de su amada Ica y diputado por su departamento.
Y sin embargo (o quizás por eso mismo), nuestro Conde de Lemos sufrió el ataque permanente de los envidiosos e incapaces:
“fue zaherido por el concierto destemplado de los mediocres porque —como en los teatros— en la vida se paga por la diferencia” (1) dando pie a
“la inquina enemiga, que él alimentó con su inocente desplante, motivando el ensañamiento” (2). “Zambo caucato” le llamaban y denigraban por su origen.
“No me perdonan a mí, el gesto altivo y orgulloso, la lógica armonía entre el sueño y la acción, la protesta sonora, por un convencimiento sincero, de la excelencia de nuestra obra literaria”, decía sin falsa modestia en su ‘Exégesis Estética’. Y escribió a un amigo:
“Antes de mí, jamás se ocupó el público con mayor vehemencia, ni se discutió tanto, ni se atacó y defendió a escritor alguno”.
Tal estado de cosas, llegó a su punto máximo con motivo de la temprana muerte del autor, a sus ¡apenas 31 años!, un 3 de Noviembre, como hoy que escribo este artículo, hace ya 87 años, en Ayacucho, sede del Congreso Regional del Centro donde había llegado como diputado por Ica. Invitado a una comida de gala, sufrió una aparatosa caída desde un segundo piso al trasponer una puerta a ninguna parte, destrozándose la espina dorsal. (¡¿Cómo no recordar a Miss Orquídea?!) Falleció 2 días después, y según un telegrama enviado al diario ‘La Prensa’
“muriendo 2 y 35 día 3 (en la tarde). Autopsia reveló lesión medular grave, vertebral destruída, dos costillas quebradas, muerte producida pulmonía doble consecuencia, golpe terrible espaldas.” No contentos con esto sus enemigos, incapaces, cobardes, inventaron la infamia que el autor había caído ¡a un silo!, ¡a un pozo ciego!, nuestro ‘Dandy’ ahogado en caca.
“¡qué placer para los prestos desagües del comentario zurdo el fino y atildado Valdelomar, el Conde de Lemos, en un silo!” protestaba por la calumnia Manuel Miguel de Priego en 1959 (2). Y sin embargo, por más mala leche e infundios, nada mancha al Conde de Lemos. Abraham Valdelomar esta hoy más vivo que nunca, el ‘Caballero Carmelo’, el ‘Hipocampo de oro’ y ‘Hebaristo, el sauce que murió de amor’, reinan hace tiempo en la conciencia colectiva nacional y los hermosos versos de ‘Tristitia’, que hace unos meses nada más repasaba con mi hijo de 9 años, constituyen “el poema” casi obligado en todas las escuelas primarias.
Por eso, amigo 'Poeta', que tan cariñosa carta me escribe, le presento este hermoso espejo en que mirarse. En estos días de egoísmo e indolencia, en que nos dicen que hay que ser ignorante e incapaz de ponerse en el lugar del otro para ser ‘prácticos’ o ‘ejecutivos’, y donde nos refriegan su vomitivo modelo de “éxito” en una sociedad como la nuestra en la que descarados delincuentes se presentan codo a codo, sonrientes, como nuestros “lideres empresariales”, y en la que un alma sensible y creadora es casi risible, apueste usted a su espíritu noble y creador, que no hay mayor libertad que la que da el cultivar la mente y el corazón, que finalmente nos lleva a un entendimiento cabal de nuestro mundo y nuestras pulsiones; ni peor esclavitud que la que dan la animalización y la ignorancia, que nos vuelven pobres diablos víctimas de cualquier baja pasión, y a los que ningún bien material da ningún lustre.
Así que, aunque no vea muy seguidos por estos días los billetes esos donde aparece reluciente "El Conde de Lemos", y alguna hermosa cabecita hueca haya rechazado su alma y corazón hechos poema frente al atorrante oropel de algún zopenco… rehágase, 'Poeta', y siguiendo el consejo del maestro ‘Macca’,
‘take a sad song and make it better’ y siga entregándonos los tesoros de su hermoso corazón y salga, salga con tizas de colores a pintar nubes de ilusión… porque esto, oiga, esto no es un privilegio, es un Don … y los Dones se comparten, 'Poeta' … aunque nadie nos devuelva el pedazo de corazón que se nos va con ellos.
(1)= Artículo “¡MANOS TAN BELLAS!” Por Víctor Hurtado Oviedo.
(2)= Manuel Miguel de Priego. En Cultura Peruana (Revista Mensual Ilustrada). Año XIX. Lima, junio de 1959. Vol. XIX, N° 132.