La penúltima vez que la vi tuvimos una discusión. Una más. Otra de esas horribles discusiones en que se había convertido nuestra amistad. “¡Y para que mierda quiero yo esto, huevón!” me gritó, tirándome a la cara el cd donde le había llevado –emocionado- el e-book de ‘Humillados y Ofendidos’ de Dostoyevsky que acababa de bajar de internet. Pero ya no era ella. Mechones castaños sucios escondían su rostro bellísimo y un olor a vodka y sustancias raras endurecían sus palabras. No, ya no era ella. Ana María Schiaffino, según su flamante DNI, “Baby” según todo el mundo. Y según su bellísimo rostro angelical y sus comerciales de shampoo para niños.
Así la conocí precisamente. “Mira, mira, ahí va la ‘Chica del shampoo’”, me dijo Enrique babeando detrás de sus anteojos enormes la primera vez que la ví: abriéndose paso por la ‘avenida principal’ de la ‘Católica’, sonriendo, el pelo recogido, bella, bella la carita de ángel, blanquísima bajo el sol implacable y los lentes de sol.
-“¡Ah, pero …! ¿Dónde has conseguido ese libro?. ¡No hay más copias en la biblioteca y ya me recorrí todas las librerías de Lima y nada!” – Me regaló su voz sanisidrina un viernes por la tarde en la rotonda de letras mientras releía yo el ‘Informe Sobre Ciegos’ de ‘Sobre Héroes y Tumbas’. Para entonces ya sabía yo que entre otros cursos de ‘cachimbos’ compartíamos el de Lengua1, donde nos habían dejado como asignación la lectura de la novela de Sábato. Le contesté como pude que el libro lo tenía ya hacía algún tiempo, que ya lo había leído y que si quería se lo prestaba. Ella se opuso: no podía perjudicarme así. Si yo aceptaba podíamos revisar el libro juntos y apoyarnos y resolver juntos también la práctica. Podríamos reunirnos hoy mismo en su casa. Claro, perfecto, perfecto.
Y así conocí a Baby. Y así empezamos una amistad entrañable y como ninguna otra que yo haya tenido. Y no sólo leímos ‘Sobre Héroes y Tumbas’, sino también ‘El Túnel’ y ‘Abbadón, el exterminador’, las otras dos novelas de Ernesto Sábato. Y no sólo éstas: recuerdo que nos íbamos a la cafetería de artes (buenazos los ‘triples’) o al “ruso” de ciencias, y comiendo las tortas de chocolates riquísimas haber dado cuenta de “La palabra del mudo” completita (ella lloró con ‘Silvio en el rosedal’ y ‘La juventud en la otra ribera’), buena parte de las ‘Obras Completas’ de García Márquez (que editó su sello ‘Oveja Negra’) y también de las de Borges, contenidas en un libro verde inmenso que me trajo mi padre de la Argentina. Demás está decirles que despertaba la envidia de quienes me veían junto a esa chica bellísima yendo a todos lados. Y demás –creo- está decirles que para entonces estaba yo perdidamente enamorado de Baby Schiaffino.
Un libro impactó especialmente a Baby de todos los que leímos por esos días: ‘Humillados y Ofendidos’ de Dostoyevsky. Recuerdo como sufría en carne propia la pobre las penas de amor que le infligía a Natasha su adorado y egoísta conde Valkonski … y el devoto y resignado amor que le profesaba en cambio el buen Vania. “Ay, Martín … - me abrazaba - ¡Qué pena! ¿Tú podrías querer a alguien así?”
Algún tiempo después, cuando tomamos los cursos de especialización en Comunicaciones, otra asignación universitaria volvió a marcar nuestro camino: debíamos cubrir a modo de reportaje televisivo algún tema de nuestra elección. Hacía poco había leído una nota en ‘Caretas’ sobre la delincuencia en los bajos fondos del Callao y me pareció interesante proponerlo. Tremendo error. Con la ayuda de un amigo periodista, que nos guiaba y empuñando yo la cámara de Baby (que fungía de Reportera) llegamos a la zona de Ruggia y los Barracones. Apenas habíamos hecho un par de ‘tomas’ cuando un puñado de mal vivientes nos rodeó. Los encabezaba un moreno de ojos chispeantes como de nuestra edad. Era el ‘negro calín’, una especie de príncipe veinteañero de aquellas zonas de terror. Hoy sé que a su corta edad era uno de los principales distribuidores de droga de la zona y reputado proxeneta, que a la voz de “no hay hembra imposible, sino mal trabajada” imponía su ley. Se propuso ayudarnos y nos hizo una especie de ‘city tour’ por la zona. Pero en realidad sólo parecía interesado en Baby. Tres días nos tomó filmar el bendito reportaje. Al tercer día por la noche me llamó Baby alarmada: “¡No sabes quien me ha llamado!¡’Calín’!¡Que quiere conversar conmigo sobre no sé que!¡Que confianzudo!¿Qué se habrá creido?” Sí, pues. Todo sonaba medio irreal y no le di importancia. Sin embargo cuando unos días después volví a ver a Baby, ella se refería a ‘Calín’ llamándolo ‘el negro’, y un tiempo después me contó abiertamente que estaba saliendo con él.
Al principio pensé que era una tonta actitud contestataria de niña rica queriendo conocer el otro lado de la vida, pero aquello fue tomando un cariz terrible: a tono con la vida desenfrenada del ‘negro Calín’ empezaron sus desapariciones durante toda la noche y sus padres comenzaron a prohibirle las salidas y consecuentemente ella buscaba cualquier pretexto para escaparse. Empezó a beber y yo empecé a pegarme a ella … a ellos y a convertirme en una especie de chaperón de Baby Schiaffino. Inútil. Los acompañaba durante toda la noche a los lugares más inverosímiles y trataba de defenderla del lugar, de las porquerías que ingería, del maltrato del patán ese, de salvar lo que quedaba en ella de bueno. Muchas veces me lié a golpes con ‘Calín’: cuando la golpeaba, cuando la insultaba, cuando me echaba de los lugares y yo pretendía seguir allí, terco ... Cuando en mi borrachera le suplicaba a Baby irnos y le cantaba en el oido ‘An everlasting love’ de Andy Gibb y un puñetazo de ‘Calín’ me separaba de su lado y se perdían en la noche. “¿Qué tanta huevada, cojudo? ¡Bien que querrías tirarte también a la gringuita!” –Me dijo una vez ‘Calín’. Talvez tenía razón. Pero yo no quería hacerle daño a Baby.
Por aquellos días me ofrecieron practicar en un canal de televisión como redactor de noticias y ayudante del camarógrafo ‘si la comisión lo ameritaba’. Por aquellos días también ocurrió el incidente del Cd y terminé perdiendo contacto con Baby Schiaffino, ya hundida totalmente en el mundo infernal de ‘Calín’ al cual no me dejaban acercarme. Entonces me enfrasqué totalmente en mi trabajo procurando olvidarme de ella. Y a punto estuve de lograrlo ... de no ser por algún viernes por la tarde cuando nos íbamos con los muchachos a la fonda a la vuelta del canal a tomarnos unas cervezas y yo me quedaba en silencio y una lágrima tonta me mojaba la cara. Pero no, no. Yo me la secaba y a otra cosa mariposa porque definitivamente yo tenía como los boxeadores “esa gran capacidad”
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La última vez que vi a Baby Schiaffino estaba tirada en el piso de tierra del antro ese mientras policías y fumones corrían junto a nosotros y los gritos y los tiros al aire lo entreveraban todo. Una bala perdida acababa de destruir lo poco que quedaba de sus pulmones. Raro espectáculo el nuestro en medio de aquel infierno: Yo de rodillas, vistiendo mi escandaloso chaleco de prensa, abrazando a la bellísima y andrajosa niña que se moría en mis brazos. Alguien me contó luego que Baby ya “vivía” prácticamente allí, en el ‘Fuerte Apache’, haciendo no sé que cosas terribles para agenciarse drogas. Había tocado fondo. Había caído demasiado bajo, incluso para el hijo de puta de ‘Calín’ que ya la había abandonado. Maldije ese momento y me maldije a mi mismo por estúpido, porque ni aún allí podía sacarme de la cabeza las citas, las frases hechas. ¡Las palabras, siempre las palabras!... Es que sabía que ella no podía ya decirme nada, sabía que se moría, que se enturbiaba para siempre el celeste de sus ojos… Y sin embargo a través de mis lágrimas, mientras limpiaba inútilmente su carita de ángel, creí ver por un segundo titilar una luz en el cielo de su mirada vacía y sus labios finitos moverse para decirme como Natasha a Vania al final de ‘Humillados y Ofendidos’: “¡Martín, que felices hubiéramos podido ser juntos!”
1 comentario:
escribes bien. q estudiaste y donde y q año,,,,,,,,,
esta bien tu cuento,solo q se te paso la mano con darle un tinte tragico,,,,, tanto asi, q se ace poco creible,,, q una chica de la catolica alla terminado de esa manera,,,,,,, pero son cosas de detalle,,, todo lo demas esta bien,,,,
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