“Sentir (…) que veinte años no es nada” canta Gardel, con esa voz que cada día es mejor, y no deja ninguna duda el ‘Zorzal Criollo’ allí en glorioso blanco y negro de 1935 sobre la cubierta de un barco que se aproxima todo emoción y sentimientos al Buenos Aires querido.
Y si veinte años son nada, ¿Qué serán diez? La mitad de nada, menos que un suspiro, nada de nada.
Y sí, pues, si se trata de la emoción y los sentimientos, diez años no es nada… pero si debemos hablar –como es el caso- de publicar una revista durante ¡diez años! ¡en Chimbote! la cosa cambia… y como.
Si Dante decía que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, nosotros deberemos decir que la historia editorial, la historia “de las revistas” en chimbote está tapizada de primeros y únicos números, de partidas de couché y paradas de bulky, de semanarios que se volvieron anuarios, de compendios sin sentido de fotos viejas y mermelada, y sobre todo de esas “revistas publicitarias”, es decir, mamotretos repletos de publicidad sin nada que leer y por lo tanto sin ninguna razón para siquiera hojear, donde algunos ingenuos son estafados con el cuento del gran tiraje y la gran lectoría. Basta recordar el (triste) ejemplo de hace algunos meses nomás cuando apareció en couché y a todo color una “revista” de ese tipo que pretendía perpetuarse en el sector: apareció, se le vió una vez y… y… hasta el día de hoy ‘naca la pirinaca’. Habría que recordarles a esos “comunicadores” el peruanísimo dicho que “sólo una vez se capa al chancho” o mejor, que los imbéciles no nacen mes a mes.
Es que el tema del contenido es importantísimo. Nuestro Chimbote, con sus “intelectuales” primariosos y sus “poetas” que pergeñan libros de dizque “poesía” con ¡diccionario incluido! (es verdad, no se ría) y una población reacia a la lectura, debía tener un medio ágil y moderno, lejano a los soporíferos informes y pesadas denuncias periféricas de otros medios que ni decían nada ni eran siquiera leídos. ‘Ponte Al Día’ desde su primer número apostó por un estilo coloquial y directo que finalmente –hablan nuestras páginas- puso el dedo en la llaga con más valentía y claridad que muchas de esas fábricas de mermelada mal llamadas “medios de comunicación serios”. A mayor abundamiento ahí está nuestra página web, que mes a mes publica digitalmente sólo el material de lectura, el contenido “neto” de la versión “física”: el saldo resultante es pura información que rezuma chimbotanismo comprometido, lectura de la buena. Y sin publicidad.
Y si veinte años son nada, ¿Qué serán diez? La mitad de nada, menos que un suspiro, nada de nada.
Y sí, pues, si se trata de la emoción y los sentimientos, diez años no es nada… pero si debemos hablar –como es el caso- de publicar una revista durante ¡diez años! ¡en Chimbote! la cosa cambia… y como.
Si Dante decía que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, nosotros deberemos decir que la historia editorial, la historia “de las revistas” en chimbote está tapizada de primeros y únicos números, de partidas de couché y paradas de bulky, de semanarios que se volvieron anuarios, de compendios sin sentido de fotos viejas y mermelada, y sobre todo de esas “revistas publicitarias”, es decir, mamotretos repletos de publicidad sin nada que leer y por lo tanto sin ninguna razón para siquiera hojear, donde algunos ingenuos son estafados con el cuento del gran tiraje y la gran lectoría. Basta recordar el (triste) ejemplo de hace algunos meses nomás cuando apareció en couché y a todo color una “revista” de ese tipo que pretendía perpetuarse en el sector: apareció, se le vió una vez y… y… hasta el día de hoy ‘naca la pirinaca’. Habría que recordarles a esos “comunicadores” el peruanísimo dicho que “sólo una vez se capa al chancho” o mejor, que los imbéciles no nacen mes a mes.
Es que el tema del contenido es importantísimo. Nuestro Chimbote, con sus “intelectuales” primariosos y sus “poetas” que pergeñan libros de dizque “poesía” con ¡diccionario incluido! (es verdad, no se ría) y una población reacia a la lectura, debía tener un medio ágil y moderno, lejano a los soporíferos informes y pesadas denuncias periféricas de otros medios que ni decían nada ni eran siquiera leídos. ‘Ponte Al Día’ desde su primer número apostó por un estilo coloquial y directo que finalmente –hablan nuestras páginas- puso el dedo en la llaga con más valentía y claridad que muchas de esas fábricas de mermelada mal llamadas “medios de comunicación serios”. A mayor abundamiento ahí está nuestra página web, que mes a mes publica digitalmente sólo el material de lectura, el contenido “neto” de la versión “física”: el saldo resultante es pura información que rezuma chimbotanismo comprometido, lectura de la buena. Y sin publicidad.
Y quien lo dice sabe de que habla ¿no, vil? Desde los lejanos tiempos de ‘El Reportero’ con ‘El Emperador’. ¿Qué diría ‘El Emperador’ ante estos 10 años? “Alzad, re - vil, vuestro vaso y bebed esa sustancia ambarina que tanto os aloca” –diría probablemente. Y ya en ‘Ponte Al Día’… ¿qué será de la ‘Conchita’? Ah, Conchita, chibola loca que yo imaginaba riquísima, idéntica a la cantante principal de ‘The Corr’s, pero con maneras de tramposa chimbotana y un cuerpazo de demonio, que paraba “peleándose” (comillas, por supuesto) con la tía no se cuantos y contaba sus travesuras y no se perdía una porque ‘Una noche es una noche’ decía -y titulaba así su columna. ¿Qué será de la Conchita, caray? Seguramente ya estará “tía” y con algún crío -porque ese es el final, el ‘tate quieto’ de todas las pendejitas- y se llenará de nostalgia recordando y se le aguarán los ojazos pero, caballero nomás, alzará su vaso y dirá como el riquísimo jamoncito ese de la Fergie que ‘big girls don´t cry’ y dirá salud también por este décimo aniversario. Y ni que decir del “Chimbote 2030” que se nos viene encima … y sí pues, 10 años no son ni miércoles … y aquí estaremos para los que vengan ¿no, vil? Pero hoy, hoy déjame brindar por el tiempo transcurrido, por toda la tinta derramada, y levantar la copa de vino que me imponen la salud y el clima… y levanta tú también tu vaso (de ‘chela’ seguramente), mi querido “cochis”… pero ‘rayao’, compadre, que te lo mereces. Salud.